El gas natural tiene una extensa variedad de usos en hogares, comercios, procesos industriales, transporte y plantas de generación de energía. Hasta comienzos del siglo XX, el gas natural se usaba principalmente para la iluminación de calles y edificios. Las primeras farolas del alumbrado público mediante gas se instalaron en Barcelona hacia mediados del siglo XIX. Hoy, sin embargo, se ha convertido en una de las principales fuentes de energía de la sociedad moderna.
Según Enagás, el operador de la red de transporte de gas natural, la demanda de gas alcanzó en España los 398 TWh en 2019. Los dos usos principales fueron la demanda industrial (54%) y la generación de electricidad (28%). La demanda de gas natural para uso doméstico y comercial ronda habitualmente el 16%. El resto se destina a la carga de cisternas de gas licuado para plantas satélites de gas.
El gas natural tiene una gran variedad de usos en la industria: por un lado como fuente de calor, y por otro lado como materia prima para la producción de plásticos y productos químicos. En el primer caso, se usa principalmente en calderas industriales y en sistemas de calentamiento en procesos de producción industrial de metales, caucho, plástico, cemento, vidrio y cerámica. En el segundo caso, el gas natural se utiliza para la obtención de productos químicos tales como hidrógeno, etileno y metanol. El hidrógeno resultante se utiliza principalmente para producir amoníaco para fertilizantes, uno de los productos industriales más importantes derivados del gas natural.
En el sector de la producción de energía eléctrica, el gas natural juega un papel esencial para la transición energética. En los últimos quince años se han construido en España centrales de ciclo combinado de gas natural para generar electricidad por un total de casi 25.000 MW, el 23,4% del parque de generación nacional. Entre otras razones, su mayor eficiencia energética y el hecho de que las centrales de gas emiten menos de la mitad de CO2 que las centrales de carbón (450 kg CO2/MWh frente a casi 1000 kg CO2/MWh), han reducido la producción eléctrica con carbón en 2019 a un testimonial 5%. Esto ha producido un significativo descenso de las emisiones de CO2 derivadas de la producción de electricidad en los últimos años, como se observa en la figura.
Además de la desaparición del carbón en el mix energético nacional, el cierre de las centrales nucleares previsto para 2035 dejará al gas natural como única fuente de respaldo de las energías renovables en el sector eléctrico español.
En el sector doméstico y comercial, el gas natural se utiliza sobre todo para el suministro de agua caliente y calefacción, y en cocinas. También se usa en lavadoras bitérmicas, un poco más caras pero entre un 20 y un 50% más eficientes energéticamente que las convencionales, ya que introducen en la lavadora el agua caliente procedente de la caldera de gas natural de la vivienda, en lugar de usar electricidad para calentar el agua.
Gracias al despliegue de infraestructuras de transporte y distribución de gas natural en los principales municipios, muchas antiguas calderas centrales de gasoil y carbón fueron sustituidas por calderas de gas natural, ya que el coste estimado del gas es aproximadamente un 40% inferior al coste del gasóleo para calefacción, y además es más limpio. En muchos casos, los propietarios de viviendas o locales que no disponían previamente de caldera central optaron por la instalación de calderas individuales de gas. El calor que proporciona el gas natural en viviendas es más homogéneo y, en general, proporciona más confort que otras fuentes de energía a menor coste.
El gas natural se utiliza también para combustible en vehículos, bien en forma comprimida (GNC) o licuada (GLP). Los coches que funcionan con GNC o GLP disponen de un solo motor que puede ser alimentado con gasolina o con gas, y en el caso de funcionar con gas el ahorro económico en combustible puede alcanzar el 50%. El principal inconveniente es el espacio necesario para alojar el depósito de gas en el vehículo y su peso. Cada vez más fabricantes de automóviles están produciendo modelos con estas tecnologías y existen puntos de repostaje de GLP y GNC repartidos por toda la geografía nacional. El uso del gas natural como combustible no se restringe solo al sector de la automoción sino que se está empezando a adoptar una solución similar en el transporte marítimo, dado que es necesario reducir las emisiones ambientales producidas por los combustibles convencionales empleados para mover los buques.
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